Adentrarse en mis ojos
es aceptar una invitación
de otro tiempo aún vigente.
Es ser capaz de aceptar
que no soy bueno.
Es ensuciarse con la mierda
chorreada de mis esquinas y
tropezar con orines o pelos mojados.
Es caminar por el cementerio
de mis sueños.
Divulgar, entre nos, esas ganas ausentes.
Verte al espejo
romperlo, echar a reír.
Es estrellarte en la ausencia,
reconocer la violencia, ser parte de ella.
Gritar, morder, llorar y saber que no hay
una puta respuesta.
Es sentirte absurdo.
Es dar...
...saber que SOLO EXISTES.
¡Es no claudicar!
y en ese dolor seguir
en el aire,
sus silencios y
la parsimonia de la gente.
Es creer en mí,
en ti,
en un pedazo de esto
que llamamos
HUMANIDAD.
Es morir
cada noche,
coserte,
remendar tus heridas,
alzar vuelo.
Porque tus alas
aunque viejas,
maltratadas y
quemadas
todavía te obedecen.