jueves, 7 de setiembre de 2006

Madrugada

Es tu litera el lugar,
en donde sufragan mis ojos.
Pues convulsionan mis nervios,
la Luna les hace sombra.

Y la vejez siente el daño,
el año y el de ayer.
Los sueños no vuelven, huyen.
Me lloran felices.

Ya no habla ni mutila.
No hay escudos o sonrisas.
Ni hadas, ángeles o muerte.

Las copas han caído.
Y un eco roto
no puede dormir.

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